lunes, 17 de diciembre de 2012

Firecracker (aka "Naked Fist", 1981) - Cirio H. Santiago

El cartel no tiene nada que ver con nada,
pero qué cojonudo que es...
Bueno, ¡ya estoy aquí! Ha costado, pero finalmente me sumo a la iniciativa de mi alocado amigo Pablo para aportar mi modesta opinión de cuantas películas me parezcan reseñables.

Películas, o algo así, porque mi afición por el buen cine ya hace tiempo que la aparqué (una vez vistas "El Padrino", "Regreso al Futuro II" y "Banana Joe"... pocas pueden superar el listón), y a lo que me dedico, cuando tengo tiempo, es a ver "pelis de mierda". No lo voy a negar, son de mierda; sí, pero divertidas.

La primera es "Firecracker", del prolífico cineasta filipino Cirio H. Santiago, conocido por algunas perlas como "The Big Bird Cage" (produciendo junto a Roger Corman, y con Pam Grier ante las cámaras) y, ya como director, "TNT Jackson", "Ruedas de Fuego" o "Stryker", ésta última vendida como una falsa "Mad Max 3". Blaxploitation, women in prison y toda copia posible de lo que se lleve en el momento (ya sea Rambo, moteros o kickboxing) son las estrellas indiscutibles de la filmografía de este hombre, reconocidamente admirado por Tarantino.

"Firecracker" (en inglés, petardo o masclet, según sea tu procedencia) es una de las pocas, si no la única, de sus cintas en las que argumento y guión corren de su cuenta. Y se nota.

La sinopsis nos sitúa al comienzo del viaje de Susanne Carter (interpretada por Jillian Kesner, cuyo historial no va mucho más allá de apariciones en "Los Roper", "Apartamento para tres" o alguna basura de la Cannon, por mucho que enseñase los pechos), una instructora de artes marciales norteamericana que se va a Filipinas en busca de su hermana desaparecida. Allí, se encontrará con una oscura trama de peleas clandestinas, apuestas ilegales y tráfico de drogas en la que se verá envuelta inexplicablemente.

Y no digo "inexplicablemente" porque sea algo misterioso, propio del mejor thriller, ni mucho menos. Digo "inexplicablemente" porque en esta película hay pocas cosas que tengan sentido. Así que, sin más dilación, comienza la lluvia de SPOILERS.

Chuck Donner, impasible ante la muerte.

El filme arranca sin rodeos, metiéndonos en harina desde el primer momento al presentarnos a Chuck Donner, un auténtico hombre de acción con nervios de acero, pelazo platino y una enfermiza pasión por los leones en formato textil.

Chuck (Darby Hinton, famoso por ser el hijo televisivo de Daniel Boone en la serie de los '60) nos demuestra sus cualidades en la arena ilegal, enfrentándose sin miedo y con las manos desnudas a auténticas máquinas armadas de matar. ¡Yyyyy dentro créditos!

En ellos podemos ver los petardos que dan nombre a este esperpento (y que no volverán a aparecer nunca más), así como peculiares miembros de reparto y producción como Rubiah Suparman.

Ejemplo claro, este plano, de que "Firecracker" es una película de detalles.

Pero si Donner tiene una presentación digna del mejor Steven Seagal (y remarco lo de "el mejor"), nuestra oxigenada protagonista no podía ser menos: nada más instalarse en el hotel, recién aterrizada en Filipinas, recibe el ataque PORQUE SÍ de un par de zagales del lugar. Pero no os preocupéis, que ya se defiende ella a hostia limpia (y patadas no tan limpias), ataviada únicamente con su delicado salto de cama. ¡Yyyyy elipsis!

A Cirio le quema el guión en las manos; tiene mucho que contar y lo tiene que hacer ¡YA! No hay tiempo para zarandajas; ya ataréis los cabos sueltos (o no).

Porque ser apuesto, millonario y apañao no está reñido con las drogas duras.

Siguiendo la pista de su hermana, Susanne llega al bar de Pete, donde éste, acompañado por su camarero/sidekick Rey (llevado a la pantalla por Rey Malonzo, entonces Reymond King), le ayuda a desenmarañar los primeros indicios de su paradero. La joven, que trabajaba como fotógrafa de prensa, consiguió tomar la instantánea de un extraño antes de desaparecer. Extraño para Susanne, porque para vosotros, para Pete y para Rey ya es un viejo conocido: sí, ¡Chuck Donner!

Todo esto con peleas sin sentido de por medio, por supuesto.

Woman Vs. Cobra... ¡y "mariquita el último" por detrás!

Y para tener una excusa adicional a raíz de la cual meter más peleas, Pete informa a Susanne de que Donner frecuenta una arena ilegal envuelta en la trama criminal que os comentaba más arriba. No lo voy a repetir, aunque a Santiago no le importe demasiado recordárnoslo periódicamente.

Y allí que se planta la chica, para pedir al malo malísimo que le deje participar en los combates. Es entonces cuando se produce su primer encuentro con el bigotudo de oro, el cual le comenta que, para formar parte de los combatientes habituales, tendrá que pasar una prueba. Esa prueba no consiste en otra cosa más que en apalizar a un señor con polvos de talco en la cabeza, algo que la estadounidense hace sin despeinarse.

Aún así, el malo malísimo no termina de fiarse. Es una chica (mona), americana (como él), y demasiado rubia como para no tramar algo en su contra.

Os prometo que, al principio de esta escena, Susanne llevaba toda la ropa.

Con el fin de descubrir qué es lo que oculta la señorita, el malo malísimo, entre pico y pico en vena, opta por mandar a Chuck a camelársela, a ver si le saca algo. 

Es a partir de su cena, rodada de manera magistral (aunque con un desplante argumental muy feo de la rubia hacia los pobres Pete y Rey), cuando la película avanza a ritmo (aún más) vertiginoso (teniendo en cuenta que todo esto ha ocurrido en tan sólo 18 minutos. ¡Y todavía queda una hora!

Con esos pelos, a un policía no se le puede respetar EN LA VIDA.

Rey, que, aunque le dejen tirao por el de los leones, no es rencoroso, lleva a Susanne a conocer a un venerable maestro para que le enseñe un estilo nuevo de lucha. Sin el dominio de los palicos, "sus conocimientos de las artes marciales estarán incompletos" (palabras textuales), y le va a hacer falta ponerse las pilas.

Acto seguido, la señorita Carter sigue a Chuck para ver a qué dedica el tiempo libre. Estando en ello, comienza a ser perseguida por unos desconocidos que resultan ser policías. Cuando lo descubre, sube al coche del inspector jefe, un tanto Raphael-ístico y de mata negra zahína, con quien mantiene una conversación muy intensa pero en la que no te enteras de nada.

Un artista de los filos... ¡La madre que lo parió!

Mientras tanto, unos narcotraficantes con dificultades creativas a la hora de ocultar sus drogas (que trabajan para el malo malísimo), sufren una emboscada en el río a cargo de unos cuantos indígenas y... ¡sí, Chuck Donner!

Y repetimos, ¿vale?

La señorita Carter sigue a Chuck para ver a qué dedica el tiempo libre. Estando en ello, comienza a ser perseguida por unos desconocidos que resultan ser los narcotraficantes. Tras capturarla, y después de un interrogatorio un tanto estúpido basado en "¡Estuviste en la emboscada, admítelo!" y "¡No!" multiplicado hasta el paroxismo, tiene lugar su BRILLANTE enfrentamiento con la cobra, y su posterior auto-liberación a hostia limpia, one more time.

Observándolo todo sonriente se encontraba... sí,  Chuck Donner (joder...).

No sé cuál de los asistentes a la arena es más jodido:
el Franco con fez, el Fu Manchú sin bigote, el mafioso que no combina...

Cinco minutitos sin sentido después, Susanne vuelve a casa (o a donde sea) en taxi. Aprovecho la oportunidad que me brinda mi amigo Cózar para trasladar el siguiente mensaje a las posibles féminas (y no féminas, sin discriminación) que puedan estar leyendo esta mierda: Si, después de una noche de fiesta, volvéis a casa en taxi, DECIDLE QUE OS DEJE EN LA PUERTA.

Esto, que resulta tan obvio, se conoce que en Estados Unidos no está tan asentado en la cultura popular. Y claro, luego pasa lo que pasa: la rubia comienza a ser perseguida por unos desconocidos que resultan ser... quien sea, da igual, lo único que quería expresar el director en esta escena es la facilidad con la que puedes perder toda tu ropa, por muy inverosímil que parezca el modo, y con la banda sonora acompañando al compás.

Susanne Carter, impasible ante la m.. ¡Oh! ¡Otro detalle! Todo un genio este Cirio...
 
Y después de esto va otra emboscada a los narcotraficantes, y otra conversación en un coche de policía... Todo a velocidad supersónica, cual capítulo de NCIS; pa! pa! pa!...

Eso sí, cuando la rubia y el fulano del bigote se dan lo suyo, ahí que no corra nadie. ¿Diez minutos? Diez minutos. ¡Lo que haga falta!

Con lo bien hilada que estaba la escena (pobre Susanne, que se desmaya cuando un gato negro rompe un cristal en su presencia) y lo sutil (y para nada tedioso) del pre-coito (las navajas y la madre que parió a Darby Hinton), ese polvo precisaba la mayor de las atenciones. O no.

Si no es Bruce Lee, desde luego no será porque no lo intente. Tsss...

Para el que se anime a visualizar este largometraje (o mediometraje medio largo), me ahorraré comentar el frenético desenlace a tres bandas, con la chica vengándose enfrentándose a la muerte a... bueno, creo que os lo imagináis, armada con sus palicos filipinos; con Rey por otro lado haciendo de las suyas (mención especial para este más que digno wannabe de Bruce Lee), y con el inspector a-Raphael-ado cumpliendo la ley o lo que se tercie (a él mientras no le despeinen...).

En definitiva, una mierdaca del tamaño de Estambul, pero muy, muy divertida, y más si se disfruta en compañía (las chicas no darán crédito a lo que se vea en pantalla, os lo garantizo).

¡¡Qué cojones, si hasta termina con FATALITY!!


Ca(spa)lificación: 6/10

 

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