martes, 4 de junio de 2013

El Gran Gatsby (The Great Gatsby, 2013) - Baz Luhrmann

A veces uno ve a lo lejos basura, olisquea, y reconoce que es basura, pero en vez de seguir los instintos naturales que te dicen "huye", uno se acerca a comprobarlo, lo prueba, y en efecto, es basura.

El infame "director" Baz Luhrmann, conocido por la noventera, en el sentido más peyorativo de la palabra, Romeo + Julieta, el horripilante videoclip Moulin Rouge o la decepcionante Australia, nos vende al módico precio de unos 10 euros un nuevo esperpento de película.

Reconozco que pese a tener interés, no he leído el material original escrito por F. Scott Fitzgerald, pero si he visto la anterior versión con Robert Redford.

Donde la cinta de 1974 mediante la sutileza te contaba no sólo una bonita historia de amor, si no también reflejaba a la perfección como era la sociedad de los locos años 20,  consiguiendo mantener el misterio que rodea a la figura del protagonista, y en ningún momento te podías sentir perdido o falto de detalles para comprender una muy buena historia.

En esta ocasión el artífice de este despropósito tan sólo le interesa mostrarnos como el buen Gatsby es un fiestero obsesionado desde hace años con un amor de juventud.

Una serie de imágenes que emulan lo peor de los videoclips modernos del hip hop, y un intento más que fallido de anacronismo histórico, poniendo música digna de una sesión de Pacha Ibiza. Sonando gente como Jay Z, Beyoncé, Will. I. Am o Fergie, y haciendo extrañas versiones de Back to black o Crazy in love. Lo peor es como los personajes hablan de como les gusta el Jazz mientras suenan todos estos sonidos totalmente ajenos a la década que intenta reflejar el film.

Planos que difícilmente superan los 5-10 segundos de duración, fondos y paisajes saturados de color realizados en su totalidad digitalmente para recrear Nueva York, carreras de coches que parecen sacadas de la saga A todo gas en una película con unos excesivos 140 minutos donde la sutileza reina por su ausencia, y pese a darte una multitud de información, todo lo que ocurre parece pasar sin ningún sentido.

Esto se debe a un guión torpe, con unos diálogos tan simplones que hace parecer tonto a cualquiera que recite alguno frente a una cámara.

Es muy difícil tener a gente como Leonardo DiCaprio o Carey Mulligan, dos de los mejores actores de hoy día y convertirlos en dos patanes sin alma. En el caso de Leonardo parece haber olvidado todo lo aprendido estos últimos 10 años, regalándonos una serie de tics faciales y sonrisas estrafalarias dignas de las peores sobreactuaciones de un mimo callejero. Por otra parte la encantadora Mulligan parece haber perdido todo su encanto de cintas como An Education o Drive, pareciendo una más del montón, con una mirada perdida con ningún interés en lo que está rodando. Y ambos con una falta de química muy importante que te hace sacarte todavía más de la historia.

En mi humilde opinión, esto ocurre por una dirección nada cuidada que quiere primar el espectáculo visual ante cualquier cosa. Con lo cual los actores deciden pasar lo más rápido posible por el tramite y seguir adelante con su carrera.

En cuanto a las otras dos figuras de cartel, Tobey Maguire está como siempre, ni bien ni mal, con cara de lelo, en general anodino, pero cierto es que eso es por lo que lo han contratado. En cuanto a Joel Egerton (Warrior, Animal Kingdom o Star Wars: Episodio II - El Ataque de los Clones) tiene la suerte de no ser un tipo demasiado conocido y esto pasará para él como una simple muesca más. Obviamente también está con el piloto automático, a años luz de Bruce Dern, quien interpretó anteriormente el mismo papel.

Destacar el bronceado mediante spray que le obligan llevar a DiCaprio junto a unas horribles mechas rubias dosmileras que hacen incluso más patético el resultado final.

Mi nota totalmente personal: 2/10

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