viernes, 5 de julio de 2013

After Earth (2013) - M. Night Shyamalan

Después de mucho tiempo sin dar señales de vida, regreso a Microcine para comentar un nuevo título alejado de mi caspa habitual. Alguien se preguntará "¿por qué?", y la respuesta es "porque alguien tiene que hacerlo".

Se trata de "After Earth", la más reciente creación de M. Night Shyamalan y la familia Smith.

Desde luego, después de una mierda película tan incomprendida como "Airbender, el último guerrero" (2010), el director indio iba a tener serias dificultades para poder relanzar su carrera con algo de dignidad. Su filmografía está plagada de quiero-y-no-puedos y, aunque se embarca siempre en proyectos personales, interesantes y con múltiples posibilidades, sus ínfulas de artista innovador (cosa que se es, o no se es; no se pretende) suelen acabar tirando por tierra el global de sus largometrajes.

En esta ocasión, sus inquietudes expresivas parecen haber quedado un tanto relegadas en beneficio de la ciencia ficción de aventuras pura y dura, que en este 2013 está volviendo a coger alas con títulos como "Oblivion", "Pacific Rim", "Elysium", y las franquicias de "Riddick", "El Hombre de Acero" o "Star Trek: En la oscuridad", por citar algunos.

"After Earth" nos cuenta la historia de Kitai Raige (Jaden Smith), hijo del Primer Comandante del cuerpo de Rangers, Cypher Raige (Will Smith), y aspirante a formar parte del cuerpo con la intención de encontrar en su padre algo de orgullo, respeto y cariño. A esto hay que sumar la presión que siente el muchacho por ser el hijo de toda una leyenda, ya que el Comandante Raige fue el primer Ranger capaz de lograr la "fantasmación". Esta técnica consiste en anular por completo el miedo, haciéndose así invisible para una mortífera raza de alienígenas (los Ursa) que, siendo ciegos, detectan a los humanos por las feromonas que lanzan al aire en momentos de terror.

Tras una fuerte discusión paterno-filial, Faia Raige (Sophie Okonedo), madre y esposa, sugiere a su marido que intente ser una figura paternal menos estricta, más cercana al joven Kitai, puesto que, al pasar tanto tiempo fuera de casa, apenas se conocen. A raíz de esto, el comandante decide llevarse a su hijo con él fuera de Nova Prime (planeta en el que la humanidad encontró refugio mil años atrás, cuando los desastres naturales les obligaron a abandonar la Tierra), a la que será su última misión de formación, previa a su jubilación.

Durante el viaje, una tormenta de asteroides y algunas complicaciones obligan a la tripulación a realizar un aterrizaje de emergencia en un planeta inhóspito; aterrizaje que acaba con la nave partida en dos y con los Raige como únicos supervivientes. Con el comandante impedido a causa del accidente, es Kitai quien deberá emprender en solitario un peligroso viaje a contrarreloj para alcanzar la baliza de salvamento (que se encuentra a 100 km de distancia, en la mitad trasera del transporte) y realizar una llamada de rescate. Como única ayuda, contará con la guía de su padre por videoconferencia. Formando un peculiar equipo, padre e hijo se enfrentarán a los peligros de un planeta que no es otro que la Tierra, y en el que, además, los Raige tendrán que afrontar un oscuro trauma del pasado.

A priori nos encontramos ante una película con los elementos suficientes como para funcionar y convertirse en todo un taquillazo. Y lo cierto es que funciona. Shyamalan realiza una correcta labor dentro del cine de entretenimiento, contándonos una historia con buen ritmo, y visualmente atractiva y creíble (si bien es cierto que, a estas alturas, los efectos especiales no deberían ser determinantes en la calidad final de una superproducción).

No obstante, como he comentado más arriba, parece inevitable que este hombre acabe creyéndose más artista de lo que es. Cuando el reloj marcaba exactamente la hora y diez minutos de metraje, el de Pondicherry nos endosó un par de escenitas que me hicieron taparme la cara de vergüenza. Por suerte, soy capaz de reponerme pronto de estas cosas, y no suelo tirar a la basura un largometraje por culpa de unos pocos minutos de horror. El final, aunque predecible (como casi todo el guión), consiguió volver al tono que la cinta reclamaba, y no al que el director nos quiso, por momentos, enchufar.

Con dolor en mi corazón, debo admitir que el mayor punto flaco de "After Earth" es su pareja protagonista. Pocas veces he visto tan mal en pantalla al señor Smith, quien probablemente sea uno de los personajes más carismáticos de la industria audiovisual de los últimos 20 años. Interpretar a un experto militar disciplinado, eternamente serio y carente de miedo (y, prácticamente, de sentimientos) no es nada fácil, y menos si has fundamentado tu carrera en conectar con el público de buen rollo. En cuanto a su hijo Jaden, y declarándome abiertamente fan de "The Karate Kid" (2010), creo que nadie puede esperar de él una actuación de Oscar (ojalá algún día me sorprenda, pero...).

Esto hace que una película que intenta abordar temas como el paso de la infancia a la vida adulta, la responsabilidad, el origen y poder del miedo, o el rencor que descargamos en otros cuando no podemos encajar nuestras propias derrotas, acabe siendo un festival de muecas esperpénticas que provocan la risa (verídico y comprobado) del espectador.

Sin ser una mala película, con buenos actores al frente hubiera funcionado mucho mejor. De hecho, en algunas escenas me vino a la mente un Christian Bale como comandante que hubiera bordado los momentos más complicados del personaje. En cuanto a jóvenes promesas, aunque no tengo ningún firme candidato, considero que se puede exigir mucho más de una generación que nos ha dado a Chloë Moretz (entre otros). Pensándolo bien, y si no me equivoco, también hay Rangers femeninas...

En conclusión, una cinta que alcanza el notable por redondeo; disfrutable, correcta y bien intencionada en el entorno palomitero, pero que podría haber sido algo más si, por un momento, alguien hubiera pensado un poco menos en dinero. 

Pero luego el indio dirá que no la hemos entendido.


Calificación: 6,8/10



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