jueves, 5 de julio de 2012

Retroceder nunca, rendirse jamás (No retreat, no surrender, 1986) - Corey Yuen

He quedado fascinado con esta película que durante meses un par de amigos me han ido recomendado, finalmente fue mi cumpleaños y decidieron regalarmela...

Para que os hagáis una idea, yo la definiría como una versión oscura y adulta de Karate Kid.

No os engañe el póster, las apariciones de "el músculo de Bruselas" son nimias, pero es su primera película, y eso siempre es reseñable.

¡Cuidado! para esta "reseña" voy a hacer spoilers por doquier, ya que la ocasión lo merece.

La brillantez del filme ya empieza con su totalmente innovadora sinospis, un chico de Los Angeles obsesionado con Bruce Lee, ve como su padre, maestro en un dojo de artes marciales, es machacado por el bueno de Jean Claude, que aquí hace de ruso, por que un señor, que suponemos es un mafioso, nunca lo explican, quiere que se una a su banda, y claro al no querer...

El pobre hombre se queda cojo, y decide trasladarse a Seattle, donde allí su hijo convierte el garaje en un altar de Bruce Lee, y la verdadera magia de la peli empieza aquí...

Nuestro amigo conoce al personaje negro, que no puede hacer una aparición más espectacular, yendo en bicicleta, con un loro en el manillar escuchando hip hop mientras que a la vez bota un balón de basket, para cuando deja de hacer esto, ayuda a nuestro protagonista sacar unos bartulos del coche y ¡voilá! ¡también rapea y hace break dance! todo un hombre del renacimiento.

Si algo destaca sobre todas las cosas, son los secundarios, tan bien escritos... o no.

Un chico gordo vecino, que odia a al amigo negro, una banda que odia a nuestro protagonista, un padre resentido cojo, una chica que de la nada es la novia del protagonista, que recordemos se ha mudado desde Los Angeles a Seattle y ni si quiera vemos como conoce,  y un MALO RUSO, imprescindible en los 80...

Pos supuesto tenemos una espléndida trama secundaria con el padre, totalmente distinta de la de su hijo, mientras este es acosado por la banda del gordo, que también hacen Kung fu, su progenitor es acosado por los clientes del bar que regenta.

Cuando ya crees que nada te puede sorprender, el padre enfadado por que su hijo se convierta en un matón, hace que esté recoja su infinidad de fotos y posters de Bruce Lee y se las lleve a una casa abandonada, y claro, como este, de vez en cuando visita la tumba de su ídolo para pedirle consejo, un día el espiritu de, en efecto, BRUCE LEE, aparece por la puerta tras un haz de luz cual espíritu Jedi y le enseña todo sobre la vida y las artes marciales. Remarcar que el actor elegido es un oriental aleatorio con ningún tipo de parecido fisico con el protagonista de Operación Dragón.

Hacía el final, sin venir a cuento, los malos del principio, incluyendo a Van Damme, aparecen en Seattle en medio de una demostración de Artes Marciales, y claro, el bueno de Jason acaba enfrentándose a él, mientras el director nos va mostrando flashbacks de su entrenamiento a la vez que se ve la batalla, por si tú te has perdido y no recuerdas que nuestro protagonista ha estado realizando distintos ejercicios a lo largo de la cinta, una vez habiendo vencido al ruso que se enfada cuando le llamas ruso, se gana también el favor de toda la ciudad.

Jamás os podéis imaginar lo mala que es hasta que la hayáis visto, yo solo por la gorrineria os la recomiendo.

¡Ah! se me olvidaba decir que seguramente tiene el flashback más rápido de la historia, puesto que nos llegan a mostrar eventos de hace tan solo ¡1 minuto y 10 segundos!

Pero lo escena más enorme es sin duda, cuando Jason haciendo unos abdominales entre dos aparatos de un parque infantil, estando recto, tiene a JR, su amigo negro, sentado en su pene mientras lame un helado y escucha música con su walkman. ¡Magnífico!

Está vez se me hace difícil poner una nota, por la calidad de la cinta debería llevarse un 2 de 10... pero... lo mejor será que quien se atreva, la vea y juzgue por si mismo, risas no faltaran.

Mi nota totalmente personal: 2/10

No hay comentarios:

Publicar un comentario